martes, 15 de enero de 2008

Azul

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Con una foto así no puedo evitar pensar en vestidos de noche, una mesa con velas en la terraza, brisa cálida, copas de champán...

Y después de la cena, ni te cuento!!! jajajaja

Me alegra que estemos todos de vuelta ;)

Anónimo dijo...

Sabía que aquella era la última noch que pasaría junto al mar... junto a él. Salió la terraza, para en compañia de la luna, mirar por última vez su reflejo plateado en su querid Mediterráneo.
No hacía frío pero la brisa marina y tantos recuerdos hicieron que su piel se erizase y casi pudo notar como una pequeña lágrima se le escapaba por la majilla.
Deseo sentirle detrás suyo, deseo sentir sus brazo alrededor de los de ella, pero aún deseándolo con todas sus fuerzas no ocurrió.
Miró tan lejos como le dejaron sus ojos, sintió la inmensidad de mar, se sintió como un grano de arena más, pequeñita y sola aun rodeada de tantos más.
Miró hacía la bajada a la playa, vío el reflejo de la luna en la barandilla y como un imán, su mano se estiró para agarrarse a ella. Suavemente posó su mano, sintió el frío, tembló, y se aferró lo más fuerte que pudo, como si necesitase un apoyo para bajar hasta la playa.
Sus pies comenzaron a andar, pasos cortos, seguros aunque indecisos. Su mano, como una caricia, se iba deslizando por la barandilla.
La distancia era corta, pero sus recuerdos, sus pensamientos, la luna... hicieron que le parecieran largos minutos.
Y sintió como la fría se topaba con sus suaves dedos. Se paró, levantó el pie como si quemase, y cerrando los ojos, volvió a pisar la arena. Esta vez muy despacio, como acariciándola, enterrando la punta de sus dedos todo lo que pudo.
Después de permanecer depié inmóvil durante un rato, fue hasta la orilla, y sin perder de vista el horizonte y su reflejo plateado, se sentó.
Fue dejando salir sus pensamientos, al ritmo de las olas, hasta que una ola la devolvió al mundo real después de mojarle la punta de sus pies.
No sabía cuánto tiempo había pasado allí sentada, sola... Miró hacía las ventanas y no vió luces. Volvió a mirar al mar.
Entonces, como si algo le arrastrase se levanto y se despojó de sus ropss. Con suaves y pausados movimientos se fue desnudando.
Se encontró desnuda, frente al mar, con los brazos abiertos, mirado a la luna... Camino hasta la orlla y se metió en el agua...

Anónimo dijo...

Nocturno
melodía de noche
escala musical
partitura no escrita

Ascendente
creciente
claro de luna llena
éstasis romántico
nirvana

Ser noche
y amanecer.

LaQueEscribe dijo...

Era tan lindo el reflejo de la luna sobre el agua. Todo un espectáculo. Y gratis!. En ese instante no necesitaba nada más. Eso. Y silencio.

cmntez@gmail.com dijo...

Preciosa, increible... no sé que más se puede decir para que no te sepa a poco.

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

Al llegar al Faro Rojo, el grupo empezó a deshacer lo corrido. Jan hizo un quiebro y saltó sobre las rocas para ocultarse del entrenador. Demasiado niño, y demasiado tarde para tanto footing. Asomó un instante para mirarme con un guiño y cara de travesura, sabedor de que no me resistiría a la aventura. Me rezagué para despistar a los mayores, y le seguí hasta una estrecha abertura entre las rocas, adentrándome de cuclillas en la pequeña caverna que formaban. En la más absoluta oscuridad oí susurrar a Jan "avi...". Cuando acostumbré la visión, a su lado apareció un anciano que se me antojó de cera. Vestía ropa de marinero, y se calzaba espardeñas, caliqueño apagado y caña de pescar. Permanecía inmóvil, sentado con la mirada perdida y gesto duro sin dedicarnos ni una mirada.
Jan relataba emocionado las visicitudes del día, nuestra victoria pugilística en el patio, el celebrado incidente de los cinco chicles en el culo del profesor, y el cruel castigo del señor Vidal. Yo no dejaba de mirarles confundido. Aún no había decidido si el anciano era humano; ni pestañeaba, aunque sus ojos brillaban risueños. Nos quedamos unos minutos en el silencio mágico del rompiente, apenas un leve chapoteo. Con gesto satisfecho Jan me hizo una indicación para que saliéramos. “L’avi nunca, nunca hace ruido cuando pesca”. Y entonces se oyó una carcajada como un estruendo desde la pequeña cueva, “trapellas!”.

Odiseo

ciudadano dijo...

Nace en la red un espacio donde puedes explicarnos porque lloras, porque ries, que es lo que te pasa, porque tu vecino te mira de esa forma, que ha ocurrido esta mañana delante de ti…
Tantas cosas que no nos explican y que ahora descubriremos. www.lavozdelciudadano.com tu casa en internet

Lirium*Lilia dijo...

Excelentes fotografías. Vengo del Cabaret y descubro un bello mundo de imágenes.
Un beso