martes, 31 de julio de 2007

LUNA LLENA

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Sus pasos apenas resonaban en la arena. Los granitos se infiltraban en los pies, provocando un leve cosquilleo.
Iban andando por la playa, admirando lo preciosa que era la luna. La luna los había unido, fue con una luna llena que se conocieron y bajo una luna llena se amaron.
Iban andando descalzos en la playa, nadie en los alrededores, estaban todos en la fiesta de la ciudad. Era su luna, se la habían guardado. La luna era para quienes sabían disfrutar de ella.
Se detuvieron y se miraron a los ojos, con la tenue luz que la luna emitía, se dieron un simple beso y avanzaron hacia el alcantilado con todo el tiempo del mundo.
- He vivido todo lo que tenía que vivir a tu lado. He aprendido todo lo que tenía que aprender, visto todo lo que era necesario ser visto. Recordar todo lo que merecía ser recordado. En esta luna nacimos al conocernos y en esta luna moriremos. Juntos.
- Haberte conocido es lo mejor que me haya podido pasar, haberte amado como lo he hecho y hago es todo lo que necesitaba para sentirme viva. Para siempre se quedará en los recuerdos nuestras andadas. En esta luna nacimos al conocernos y en esta luna moriremos. Juntos.
Se dieron su último beso, pero no era de despedida, pues tenían la certeza de encontrarse en otra vida.
Saltaron.

Anónimo dijo...

Me encanta hundir los pies en la arena, sobretodo de noche. Sentir ese fresquito en la planta de los pies cuando el resto de tu cuerpo está impregnado por la humedad cálida del ambiente me despierta cierto placer travieso.
Hoy me he alejado de la música, las risas y la gente para poder dedicarme a disfrutar de la luna. La luna me fascina, pero su reflejo sobre el mar me hipnotiza. Jamás dejaría de mirarlo. Es un baile suave tintado de negro y plata.
Estoy consiguiendo no pensar en nada. El susurro de las olas canta para mi. El parloteo incesante de la gente, sus gritos, sus carcajadas rayando la exageración… son sólo un molesto zumbido a lo lejos.
Coloco mi cabello en su sitio. La brisa marina juguetea con él para enredarmelo, pero todo se lo perdono.
Alguien grita mi nombre, debo volver.
Terminó el momento.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

Miré la luna como a un espejo
para encontrarme
para un viaje adentro
para perderme en un espejo
miré la luna

Unknown dijo...

Esa noche, todo crecía en intensidad a pesar de la juventud se aventuro por la playa...
Desierta, al amparo de la luna llena y confiando en que la fuerza de sus latidos, retumbando en su cabeza como caballos al galope, no despertase la fuerza dormida del mar, que placido parecía en calma.
Tras un breve y arriesgado paseo por la orilla, llego al refugio de la gruta, donde encontró su sombra protectora, realmente era cierta la leyenda que corría hacia siglos de boca en boca, la luna no quemaba, seguía vivo...
Ahora solo quedaba acercarse a ese manto cristalino aparentemente inofensivo y comprobar si también era cierto que no engullía todo lo que tocaba, muchos lo habían intentado antes y nadie había vuelto para contarlo.
Se tomo un instante comtemplativo y le pareció muy bello el reflejo de la luna sobre el mar, así que echo a caminar hacia él desafiándolo, borbotones de adrenalina invadieron su sangre, pensó que podría conseguirlo y entonces el agua comenzó a retirarse a toda velocidad, todo cuanto estaba mojado se seco derrepente dejando algunos peces agitándose en los charcos, eran las señales que tantas veces le repitió su tatarabuela, la gran boca del mar se abría ante él, oyó el silencio repentino noto como la luna desaparecía y cuando todo parecía desvanecerse, dándose ya por perdido y engullido cayo al vacío por un túnel oscuro que le expulso hacia la realidad dejandole agitado y sudoroso sobre su cama, disfrutando de ese momento en que tomas conciencia de que aún estas vivo.

Anónimo dijo...

23 días de infierno entre sol y arena.
5 camellos muertos, ningún caballo había sobrevivido, 8 compañeros muertos y 2 desaparecidos.
Heridas, quemaduras, ampollas...

La esperanza de un pueblo entero cruzando el desierto, siguiendo aquel ángel de plata que ofrecer a los dioses. Aquel ángel que cada día aparecía al morir el sol.

Y cuando parecía que los únicos que podían resistir aquella travesía interminable iban a lograrlo, resultó que Dios era un gracioso que solo sabía poner trabas.

Antes de partir ya habían decidido que el final era el premio o la muerte.
Solo quedaba seguir, un paso tras otro, sobre arena o sobre el mar....

Anónimo dijo...

Era una noche romántica con luna llena estaba paseando por la playa con mi novia trás una hermosa velada cenando en uno de os restaurantes mas prestigiosos de la ciudad de repente mire al cielo y grité:
Corre soy peligroso escondete y huye antes de que sea tarde.
Cuando racciono ya era demasiado tarde estaba comenxando la transformacion me crecieron los caninos , me salió peo por todo el cuaerpo.... me habia convertido en hombre lobo.
Trate de controlar mi instinto pero no fui capaz la habia matado.Al dia siguiente desperte en la playa jnto al su cuerpo sin vida.

gem dijo...

Érase una vez una niña princesa que vivía en un reino lleno de color y luz. El sol brillaba intenso y los días eran largos y diáfanos.
Todo a su alrededor fluía, pero la princesa estaba triste. Creía que le faltaba algo, tenía amigos, leales súbditos, riquezas y deseos cumplidos, pero nunca sentía la felicidad. Así era su naturaleza, pues era humana y los humanos raras veces encuentran en lo que les rodea la felicidad.
Una noche, mientras miraba melancólica las estrellas, se fijó en la luna. Siempre había pensado que era un astro tonto e inútil que perturbaba las cálidas noches del país de la luz, del que ella sería reina algún día, pero aquella noche parecía brillar más intensamente y la princesa sintió un escalofrío al pensar cómo sería tocarla o abrazarla ¿Sería fría o caliente? ¿Dura o tierna?… enseguida apartó aquel pensamiento de su mente, cómo podría tocar la luna…
Pasaron los días pero la idea de poder, siquiera, tocar el astro obsesionó a la princesita, que empeñó todos sus esfuerzos en llamar su atención, pero la luna impasible seguía su rumbo, día tras día y año tras año.
Finalmente, la luna se apiadó de la princesa y le regaló un beso en los labios. Debido a aquello el sol alcanzó a la luna y el día se volvió noche… Pero la luna despreocupada prosiguió su rumbo y tras una plenitud perfecta, desapareció para renovarse.
Aquel beso fue todo para la princesa. Sintió que jamás antes la habían besado de aquel modo, pues la frialdad de la luna contrastaba con la ternura del beso. Revivía en sus labios aquel instante preciso, aquel tacto, aquel momento en el que había cerrado los ojos y se había sentido formar parte de algo más grande que ella misma.
¿Sentiría lo mismo el astro? Claro! Se dijo - Volvió el día en noche para mi!!! - La princesita, que era muy terca, creyó que si se empeñaba lo suficiente, podría volver a besar al astro e incluso, si ponía mucho empeño, podría llegar a amarla ¿Acaso ella no se había enamorado de la luna? Si aquello era posible, todo era posible!
Volvió a retomar sus grandes inventos y arduas hazañas para poder alcanzar su deseo de nuevo. Así, la luna se detuvo de nuevo y con ternura volvió a besarla. De nuevo el día se hizo noche. La princesa se sintió arropada, pues convertir el día en noche era algo especial que la luna hacía para ella, un regalo – Sé que me ama – Se repetía.
El astro esperaba divertido ver cada noche a la muchacha cantándole canciones o trepando por los árboles o lanzando cohetes de mil colores para llamar su atención. Aun así, era un astro y los astros no dejan de ser grandes piedras frías y faltas de sentimientos profundos. El amor no existe en ellos, pues la naturaleza de una roca es dureza de principio a fin.
Pasaron los años, y la niña creció para dejar a un lado su amor imposible por las obligaciones de su reino. A pesar de sus años y de su vida, jamás dejó de mirar la luna y de esperar una señal de amor para sentirse viva de nuevo. Esperó un gesto, un primer paso… se enfadaba con el astro y luego le perdonaba; pero éste, ausente y frío como cualquier astro, atravesaba el cielo negro sin darse cuenta de las lágrimas dolorosas que ahora vertía toda una reina.
Una noche de verano, pasados varios años, una viejecita de cabellos blancos que antaño fue niña, volvió a lanzar cohetes a la luna esperando ansiosa la llegada de un tercer y último beso que jamás llegó, pues cierto es que los astros pueden apiadarse de los mortales pero no tienen corazón.
Así la reina pasó sus últimos años soñando un sueño, tal cómo había vivido su vida. Dicen que murió de noche, sonriendo. Las viejas más viejas, cuentan que se la llevó la luna, pero lo cierto es que simplemente, murió.
Tuvo suerte? jamás se miró al espejo de la sinceridad para darse cuenta de que su amor había sido un espejismo, una farsa, pues, amar sin ser correspondido es amar a medias, y el amor a medias es una pérdida de tiempo y de vida.

Anónimo dijo...

Ya sólo la recuerdo por ese rincón de playa, la luz plateada sobre sus senos, sus labios entreabiertos, los ojos entornados...
Unos diligentes funcionarios renuevan la arena, como cada invierno.
Como cada invierno, las corrientes se llevan el mar que prendió su piel.

Otro enero de bostezos en Cambrils, y en medio de tanto eco, tenías que bañar la foto con esa LUNA TURBIA.
Supongo que el hecho pasa por el equívoco, entre las pasiones de septiembre, y -no veo el momento- el olvido de abril.

Odiseo

Anónimo dijo...

preciosa foto.

Unknown dijo...

Hola, me llamo Jaime, entre en tu blog buscando información sobre tintado de lunas en Málaga pero no estoy muy seguro de que ese sea un tema muy frecuente en tu página. De todas maneras, si alguien me puede decir algún sitio de confianza en la provincia de Málaga para tintar lunas o rotular vehículos me vendría bien. He encontrado un sitio cerca de mi casa, son unos brasileños. En su web http://www.perfectfilm.es viene donde están, ¿Alguien sabe si está bien este sitio?
Gracias y disculpas si me he colado con este mensaje. Ando un poco perdido con esto de los foros y los blogs.